Covid y cambio climático VS desarrollo
El desarrollo de la humanidad retrocedió un lustro durante los años de la pandemia del Covid, a la que se unieron las ya endémicas crisis económica y climática. Ocurrió durante los años 2020 y 2021 y podría volver a pasar mientras las pandemias y el calentamiento global sigan sin poder prevenirse y controlarse. Más muertes y pobreza, menos nivel de vida, salud y educación, economías desplomadas y eventos extremos que con el paso del tiempo ganan en frecuencia y devastación ante los que es aún más difícil reaccionar.
La pesadilla vivida nos advierte, sin excusas, sobre la urgencia de actuar más y mejor ante los enormes e ineludibles desafíos que suponen ambas cuestiones a nivel global. Se impone un cambio de modelo económico, menos centrado en el crecimiento como única prioridad.
Retroceso de un lustro
La pandemia de Covid, en efecto, supuso un durísimo golpe para el desarrollo mundial, esto no es ninguna novedad, pero sí que se haya cuantificado y adquiera un nivel histórico. Según un informe de la ONU, éste ha retrocedido cinco años durante 2020 y 2021, un trabajo en el que se estudian aspectos como la salud, la educación y el nivel de vida.
El menoscabo del desarrollo mundial se observó en la mayor parte del planeta y se estableció en torno a un retroceso de un lustro, es decir, el indicador de desarrollo mundial se situó en su nivel de 2016. Dentro del contexto actual, en el que los desastres climáticos están agravándose y no pueden descartarse futuras pandemias, el modelo económico actual, centrado en el crecimiento a cualquier precio, se encuentra más que nunca en tela de juicio.
El nivel de vida mundial está cayendo a consecuencia de sucesivas crisis económicas, eventos extremos climáticos y el Covid-19, que cambió para siempre el concepto de relación con el entorno. Los análisis científicos han constatado esta involución, que refleja la caída histórica en el Índice de Desarrollo Humano (IDH), cuya medición desde hace 30 años por primera vez ha experimentado una caída durante dos años seguidos (2020 y 2021) hasta situarse en los niveles del anterior lustro.
El IDH se calcula sobre la base de la esperanza de vida, la educación y el nivel de vida y los resultados han sido interpretados como muy preocupantes por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). “Esto significa que morimos antes, que estamos menos educados y que nuestros ingresos bajan”, ha dicho Achim Steiner, administrador del PNUD.
¿Por qué no se han producido estos retrocesos en el desarrollo de la humanidad anteriormente? Los desastres y conflictos han existido históricamente, pero no se había producido la confluencia de crisis climáticas y otras relacionadas con la pandemia del coronavirus, que a su vez ha provocado el desplome de las economías en la gran mayoría de los países del mundo.
Casi todos los países afectados
Aunque los países ricos siguen siéndolo, como Suiza, Noruega e Islandia en lo alto del ranking de la ONU y países como Sudán del Sur, Chad y Níger cerrándolo. Aun así, el golpe que supuso la confluencia de estos nuevos caballos del apocalipsis, que afectó a más del 90 por ciento de los países, derivó en un descenso del desarrollo. Un “shock sin precedentes” así evaluó la situación el director del gabinete de las Relaciones de Desarrollo del PNUD, Pedro Conceiçao. Somos testigos de la disminución de la esperanza de vida global: de 73 años en 2019, cayó a 71,4 años en 2021. “En los Estados Unidos, hubo una caída de dos años en la esperanza de vida, y en otros países, la caída fue aún mayor”, concluyó.
Un futuro negro e incierto
Si bien el informe de la ONU se detiene en 2021, las perspectivas para 2022 no eran mejores, y todo hace pensar que el nuevo informe planteará una situación menos esperanzadora de lo deseable por cuestiones como la guerra en Ucrania y su gran impacto en la seguridad alimentaria y energética, sin olvidar que el contexto es de recuperación de una crisis económica aparejada a una pandemia ante la que aún no se han repuesto algunos países más pobres.
Sin olvidar que la sombra de futuras pandemias siguen planeando y exigiendo el establecimiento de protocolos y prevenciones que también golpean las economías, en proceso de recuperación igualmente.
Un cambio profundo
El aspecto psicológico tiene también un peso a tener en cuenta, las secuelas o suerte de estrés post-traumático a nivel social y personal que nos ha dejado la pandemia. Al respecto, el informe se refiere a las poblaciones como “perturbadas” y plagadas de incertidumbre” y plantea la necesidad de cambiar de rumbo para que todas estas “frustraciones” no desestabilicen a las sociedades y las conviertan en más violentas.
Las palabras claves son sostenibilidad e igualdad. “Ya no podemos seguir con las reglas del juego del siglo pasado, centradas en el crecimiento económico, insiste Achim Steiner. La transformación que necesitamos requiere nuevos indicadores: bajas emisiones de carbono, menos desigualdad, más sostenibilidad…”. A efectos prácticos el PNUD recomienda empezar con más inversiones en energías renovables y preparación ante posibles nuevas pandemias no solo a nivel de respuesta sanitaria sino en cuanto a seguros para proteger a la sociedad y absorber choques, así como apostar por innovaciones que detengan futuras crisis.
Se trata de un trabajo conjunto, que traspase fronteras, que también interrelacione los diferentes aspectos que pueden golpear de forma conjunta a la humanidad como ha ocurrido o aún de un modo más terrible. El trabajo concluye que “el cambio climático, la pobreza, el ciberdelito, las pandemias requieren que trabajemos juntos, como comunidad internacional”. Imagen: Wildpixel.