Érase una vez el cambio climático…
Érase una vez el cambio climático…. Explicar como un cuento este fenómeno antropogénico, uno de los grandes temas de la humanidad, es contar una historia de miedo. Aunque todavía no tiene final, podría empezar tal que así:
Niños, niñas de 0 a 100 años, este es un cuento basado en hechos reales que suponen transformaciones por lo general negativas: temperaturas extremas, récords de temperatura, incendios forestales especialmente intensos y más frecuentes, tormentas de consecuencias más dramáticas e inesperadas que antaño. En fin, preparaos todos, todas y todes para escuchar este relato sencillo escrito pensando en pequeños y mayores, pero con gran poder explicativo de lo que significa el cambio climático, qué es y qué podemos hacer al respecto.
Cómo hemos llegado hasta aquí
Nuestra vida cotidiana se basa en el consumo de electricidad, obtenida históricamente a través de los combustibles fósiles, como son sobre todo el gas natural, el carbón o el petróleo y sus derivados. La necesitamos en todo momento en casa, en el trabajo, en las fábricas y oficinas o en las tiendas y lugares de ocio. Nuestros dispositivos como los teléfonos móviles también la necesitan y los coches o vehículos en su gran mayoría precisan combustibles fósiles.
Este uso tradicional de la energía, que hoy también procede de la tecnología nuclear y la hidráulica o eólica y solar, está ligada a la actividad humana de tal modo que estamos haciendo un uso masivo que exige una extracción constante y su combustión para su utilización. Eso significa liberar carbono prehistórico al aire en forma de gases de efecto invernadero, sobre todo el CO2 o dióxido de carbono y el metano.
Los gases calientan el planeta
Los gases de efecto invernadero que emitimos no solo son contaminantes que tienen consecuencias para la salud, por ejemplo por la polución fabril o la emisión de gases de los vehículos, sus principales fuentes. Otras fuentes menos conocidas son la producción de cemento, hormigón y otros materiales de construcción por necesitar energía y liberar dióxido de carbono; la deforestación; la agricultura o la ganadería, así como el consumo de carne.
A nivel personal es importante ser responsables con respecto a actividades tan habituales como encender o apagar una luz, utilizar internet (incluyendo la inteligencia artificial AI, cuyo consumo energético es intensivo) o el consumismo. Como su cantidad es enorme y no cesan de acumularse estos gases, su efecto es como el de una gran manta que dificulta que el calor del sol que calienta el planeta se disipe, razón por la que se ha producido el fenómeno del calentamiento global. El resultado ha sido que el clima sea ahora más cálido de lo que ha sido en al menos mil años.
Los más afectados
Un planeta en transformación por el cambio climático es un planeta que necesita de nuestra ayuda. Si no tomamos medidas ahora para evitar que estos efectos empeoren, las cosas se pondrán realmente mal. Cada vez serán más difíciles de controlar y los escenarios nos llevarán a situaciones dramáticas, sobre todo a los más pobres y vulnerables.
Los más débiles sufren más los efectos del cambio climático por diferentes razones, como la falta de recursos para la prevención y por no poder elegir lugares más saludables donde vivir a consecuencia de los precios de la vivienda y de tener que soportar los peores trabajos, entre otras discriminaciones. En definitiva, tienen menos capacidad de reacción.
Una vida más difícil
Los expertos avanzan que en general el cambio climático supondrá un calentamiento global imparable, compatible con eventos extremos que supondrán olas de calor o de frío cada vez más frecuentes e intensas. Con el paso de los años, las décadas, los siglos, el planeta será cada vez más caluroso. Muchos de los habitantes de las zonas más castigadas tendrán que ajustar su actividad a lo que la climatología permita, tanto en sus horas de trabajo como de ocio.
Las personas más vulnerables, como enfermos, ancianos o niños tendrán que protegerse más para no sufrir los efectos de una creciente polución por este cambio en el clima, que también hará más difícil la supervivencia. No solo por la contaminación; también será complicado llenar la nevera, debido a los problemas de cultivar y obtener alimentos.
El aumento de las temperaturas convertirá el agua en un recurso escaso de gran valor y en un escenario como el que estamos dibujando la escasez de agua apta para los cultivos o la potable será un auténtico drama que costará incontables vidas.
Numerosas especies de animales y vegetales cambiarán su hábitat y mutarán en su intento, no siempre exitoso ni posible, de adaptarse a las nuevas condiciones climáticas y las consecuencias que estas traen. Ya lo están haciendo, de hecho. La extinción acelerada de unas y, en la cara de la moneda, el progreso de otras que no hayan podido realizar las necesarias mutaciones para sobrevivir serán una constante. En todo caso, normalizar el cambio supondrá una anormalidad permanente que modificará para siempre el ecosistema en el que vive el ser humano con unas consecuencias desconocidas que nos empujarán hacia la extinción.
Abandono de hogares y países
Los cambios climáticos se traducirán en cultivos echados a perder de forma regular por sequías interminables, lluvias destructivas y otros eventos extremos. Se generarán situaciones de pobreza e imposibilidad de sobrevivir para muchas personas que dependen de ellos en economías de subsistencia. El resultado, sin duda, serán grandes migraciones que supondrán un peligro a nivel geopolítico y amenazarán la paz mundial de forma inédita en la historia de la humanidad.
Además de los embates que ya sufren las distintas formas de vida por el cambio climático, existen países que están en la cuerda floja por riesgo de inundaciones. Literalmente, podrían desaparecer pronto engullidos por el mar, puesto que debido al cambio climático el deshielo hace aumentar el nivel del agua.
Por otra parte, el océano se acidifica por la absorción de gases de efecto invernadero, puesto que tanto los bosques como el mar son sumideros de carbono, es decir, lugares que absorben CO2. Conforme aumente la emisión de gases también lo hace su acumulación en los mares, lo que supone una amenaza ya palpable en los ecosistemas marinos, acabando con los corales y con la pesca. Actualmente, hay más plástico que peces en el mar, y romper el equilibrio entre las especies significa poner en juego una de las principales fuentes de alimentación humana.
Esta elevación del nivel del mar también afecta a ciudades costeras, muchas de las cuales ya están aplicando planes de prevención o de afrontamiento del problema para superar las condiciones adversas a las que el cambio climático las expone y evitar su desaparición. Para finales de siglo se espera el desplazamiento de cientos de millones de personas en todo el mundo.
Menos emisiones, más futuro
Ecosistemas, países, animales, humanos, el cambio climático es un desafío que no deja nada fuera. Sus efectos son progresivos, y en muchas ocasiones actúa como una ruleta rusa. A largo, plazo, sin embargo, el cambio climático afectará a toda la humanidad y no habrá retorno. La buena noticia es que el planeta seguirá existiendo; la mala, que lo hará sin nosotros porque los cambios supondrán un entorno incompatible con la vida humana. Y el cuento se acabará. Fin. ¿O quizás no?